Refugiados colombianos emprenden el camino para construir vidas sostenibles en Venezuela

ACN-AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA-MÉXICO.- En medio de la selva venezolana en el estado de Bolívar, 150 personas colombianas solicitantes de la condición de refugiado en Venezuela, en su mayoría campesinos y agricultores de comunidades recónditas y de difícil acceso, recorrieron largos trayectos en buses o camiones de cultivo de algún vecino solidario, desde cerrada la noche, vía al punto de encuentro donde el ACNUR y sus socios los esperaban para poder registrarlos y entregarles los documentos que les facilitarán la construcción de sus vidas en el país que los recibe.

Durante una semana, ancianos, jóvenes, niños, niñas y mujeres relataron sus historias cargadas de emoción, de lágrimas y de duras huellas que el conflicto colombiano ha dejado en sus vidas; unas más estremecedoras, con detalles de las más crueles formas de agresión y de un miedo que ningún ser humano jamás debería padecer. Sin embargo,  todas marcadas de esperanza, de valor, del profundo deseo de superarse, de vivir dignamente en paz y, sobre todo, de la convicción de devolver a Venezuela con su trabajo parte de tanto recibido.

Día a día, los colombianos fueron recibidos en las escuelas de las comunidades donde se llevaron a cabo las jornadas de registro por un gran equipo conformado por la Comisión Nacional para los Refugiados, el Voluntariado para los Refugiados en Venezuela y el ACNUR. Este registro es un paso indispensable para garantizar el acceso  al proceso formal de refugio en Venezuela.

Cada tarde retornaban felices con su documento provisional de solicitantes de la condición de refugiado en mano, que les permitirá formalmente el libre tránsito por el territorio venezolano, el acceso a la escuela básica, a la salud y a otros derechos fundamentales, hasta que resulten finalmente reconocidos como refugiados por el Estado venezolano.

Familias enteras relataron con orgullo sobre sus cultivos de legumbres y hortalizas, o de su ganado y gallinas, que son el sustento de sus hogares y proveen a su vez de alimentos de calidad a sus comunidades venezolanas receptoras. Expresaron también con emoción sus sueños y los que tienen para sus hijos, en especial que puedan completar su educación,  que sean profesionales prósperos y felices que retribuyan al país con su esfuerzo.

Los solicitantes de la condición de refugiados colombianos, así como el ACNUR y sus socios, compartieron muchos retos, atravesando cada madrugada caminos estrechos e intrincados bordeados por densos montes, ríos, montañas y paisajes vistosos como Venezuela suele ofrecer. Los desafíos naturales de estas jornadas intensas hasta que el sol se ocultaba acompañadas del calor húmedo, lluvia y demás fueron compensados por la satisfacción de cientos de personas quienes tuvieron que dejarlo todo en un instante, su tierra, su familia, sus recuerdos, todo por la violencia en su tierra natal, y que ahora tienen un documento que les permitirá reconstruir sus vidas y encontrar soluciones sostenibles.

 

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