Si bien al principio de la guerra se priorizó el apoyo material directo a las familias de refugiados, quienes necesitaban desesperadamente alojamiento, alimentación y atención médica, ahora se está priorizando cada vez más la necesidad de apoyo psicológico y espiritual para las numerosas personas que han sufrido un profundo trauma emocional como resultado de las terribles experiencias vividas. Alrededor del 80 % de la población ucraniana ha sufrido algún tipo de trauma, según el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, líder de la Iglesia greco-católica ucraniana.
A menudo, los sacerdotes son los primeros, y a veces los únicos, a quienes estas personas pueden recurrir en busca de ayuda. Pero quienes están profundamente traumatizados necesitan formación psicológica adicional para contar con las herramientas necesarias para ayudar eficazmente. Además, los propios sacerdotes están igualmente expuestos a las cargas y los horrores de la guerra, por lo que también necesitan apoyo para no agotarse espiritualmente. Necesitaban ser capaces de responder con verdadera empatía hacia las víctimas que sufrían, pero al mismo tiempo, debían ser capaces de salvaguardar su propio bienestar psicológico.
El obispo greco-católico Maksym Ryabukha de Donetsk se describe a sí mismo como «un obispo sobre ruedas». Visita constantemente las parroquias para llegar a las personas en sus hogares. De esta manera, puedo ver la vida humana en toda su profundidad. Continúa: «El estrés psicológico de la guerra está causando que muchos niños, por ejemplo, pierdan la capacidad de leer, escribir o incluso hablar. Necesitamos profesionales capacitados que puedan ayudar a estos jóvenes a recuperar su salud psicológica. Necesitamos aprender cómo podemos ayudarlos. Muchas personas luchan por llevar una vida normal, pero sufren bloqueos internos. Por eso, estamos organizando sesiones de formación psicológica para sacerdotes y otras personas que trabajan en las parroquias».
En colaboración con un centro de salud psicológica, se está desarrollando un programa de formación en psicoterapia para permitir a estos sacerdotes no sólo ayudar más eficazmente a otras personas, tanto durante como después de la guerra, sino también cuidar su propia salud psicológica.
Este programa de tres años incluye conferencias e instrucción práctica. Simultáneamente, los participantes reciben apoyo espiritual y psicológico continuo por parte de sacerdotes y psicólogos con amplia experiencia. De esta manera, los sacerdotes participantes pueden beneficiarse de supervisión y asesoramiento individual.
Apoyar este programa es sembrar consuelo, resiliencia y futuro para Ucrania, donde la fe sigue siendo un refugio vivo aun en los momentos más oscuros.














