ACN.- En una carta dirigida a sus fieles con el título «No levantes tu mano contra el Ungido de Yahweh», monseñor Andrew Nkea, condena los secuestros a sacerdotes de su diócesis como instrumento de extorsión, empleado por parte de miembros de las fuerzas de restauración de Ambazonia, para recriminar la participación del obispo en los diálogos nacionales para restablecer la paz en Camerún.
El obispo de la diócesis anglófona de Mamfe, en Camerún, muestra gran preocupación por la seguridad de sus sacerdotes y describe una serie de crímenes que reflejan la inseguridad en la que viven estos desde finales de octubre. El Padre Felix Sunday, sacerdote nigeriano y párroco de Afap, fue secuestrado por miembros armados de las fuerzas de restauración de Ambazonia, cuando acababa de celebrar la misa en una capilla de la misión y regresaba para celebrar una segunda misa en Afap. Otros dos sacerdotes, escaparon por casualidad de emboscadas que les habían preparado con el mismo objetivo. Por último, a primeros de noviembre, cuatro hombres armados entraron en la parroquia de Kembong y a punta de pistola exigieron al párroco y a su asistente un millón de francos CFA. Todos los secuestros acabaron finalmente sin pagar ningún rescate.
Como indica el obispo en el documento, los ataques parecen tener como objetivo primordial tomar represalias por su participación en el Gran Diálogo Nacional en Yaundé. Los Ambozianos están en contra de esta reunión,por eso exigen a todos los que asistieron al Diálogo de Manyu una multa de 500,000 frs CFA. Los secuestradores dijeron a sus víctimas que el objetivo era el obispo y que los sacerdotes estarían en peligro hasta que este pagara su multa. “La verdad, es que no tengo este tipo de dinero para pagarle a nadie” explica Mons. Nkea en su carta.
Más allá de la cuestión económica, Mons. Nkea se siente indignado, porque los autores de los crímenes son jóvenes locales, de zonas donde los sacerdotes han estado realizando su labor pastoral durante la crisis, en condiciones de grave peligro. Mamfe ha sido uno de los lugares más golpeados por la crisis franco-anglofona. “La violencia se intensificó, trajo muertes, pérdida de bienes, grave inseguridad, muchas personas desplazadas internamente y muchos refugiados que han huido a Nigeria” describe el obispo.
En todas estas dificultades, explica Nkea, los sacerdotes consolaron y acompañaron a su pueblo. Nada los detuvo: “Durante los fuertes tiroteos, los incendios, con grave situación de riesgo para su vida, nuestros heroicos sacerdotes permanecieron entre su gente como verdaderos pastores que nunca abandonarían a sus ovejas en tiempos de peligro. Al igual que Jesús, el Buen Pastor, los sacerdotes de la Diócesis de Mamfe estaban listos en todo momento para «dar la vida por sus ovejas». Esta conciencia pastoral y este compromiso terminaron en la trágica muerte del P. Fr. Cosmas Ondari Omboto, el vicario parroquial de la parroquia de Kembong. Sin embargo, los sacerdotes no se sintieron desanimados y no abandonaron su rebaño, ni siquiera en Kembong”.
El prelado, hace hincapié en las consecuencias que los últimos incidentes están teniendo para toda la población: “Los muchachos afirmaron que tomaron armas para proteger a la población. Es una gran contradicción que estas armas ahora se estén utilizando para aterrorizar a los que dicen estar protegiendo. Todos nos unimos para denunciar la brutalidad de los militares contra la gente, pero ahora, son los hijos de nuestro propio pueblo quienes se han vuelto contra su propia gente y piensan que es normal.”
En 2019, se cumplen los 20 años de la creación de la Diócesis de Mamfe, en Camerún. Debido a la crisis sociopolítica prevaleciente que ha sacudido las regiones suroeste y noroeste en los últimos tres años, la diócesis no celebrará el aniversario. Al revés, debido a la constante amenaza a la vida de los sacerdotes, monseñor Nkea ha decidido tomar medidas drásticas y retirar a todos los sacerdotes de las parroquias de Kembong, Ossing y Eyumojock, hasta que los feligreses de estos lugares “brinden una garantía escrita de la seguridad de los pastores que trabajan para ellos”. Además se suspenden “todos los proyectos de desarrollo en estas parroquias porque las personas para quienes están destinados los proyectos han hecho que las áreas sean inseguras para cualquier desarrollo, e incluso para las personas que trabajan en estos proyectos”.
Por último, Mons. Nkea ruega a los implicados que cambien de actitud, para poder salir de la espiral de violencia que les está afectando y “los sacerdotes puedan regresar a las parroquias a realizar su labor en paz”. Concluye: “No hay familia sin dificultades, pero la fe cristiana nos ayuda a resolver nuestros problemas pacíficamente, sin violencia y avanzar como una sola familia”.