ACN.- Historia de Cuaresma 27: Cuando comenzó la guerra en 2014, su marido se alistó como voluntario para proteger las fronteras del país contra la invasión extranjera. A partir de ese momento, dice Ola, su vida cambió por completo. Su familia se convirtió en “una familia militar”.
Ola tenía 26 años y su hija acababa de cumplir cinco. De un día para otro, su vida se resumía en una sola palabra: esperar. Esperando en una rotación perpetua de llamadas telefónicas y visitas a domicilio. Cuatro meses en el frente, dos meses en casa. “Cuando tu marido está en primera línea se vive de la esperanza; todo gira en torno a esperas y llamadas telefónicas. Nuestro segundo hijo, Ustym, tiene ahora seis años. La vida se complica, te pasas el día entero explicándole los niños por qué su padre no está aquí”, explica Ola a AIN.
Los llamó todos los días y les dijo que estaba bien. “Para mí eso fue suficiente; él podría llamar a en cualquier momento del día o de la noche”, dice Ola. Luego a su batallón se le asignó la tarea de defender Járkov. «Su última llamada fue a las 11 de la noche anterior y le dije: «Llámame mañana, porque estás muy cansado».
Su esposo murió el 17 de abril de 2022 a las 6.30 horas. Me dijeron que el edificio en el que se encontraba fue atacado, que
recibió una herida en la cabeza y luchó por su vida durante 40 minutos. Estaba seguro de que regresaría. De hecho, todavía estoy esperando y esperando recibir un WhatsApp de él”, dice.
Las familias de quienes mueren en combate no podrían arreglárselas sin el apoyo espiritual proporcionada por capellanes militares. “Mis hijos pasaron por un período muy difícil y los capellanes les ayudó a salir adelante”. Dos de ellos, sobre todo, nos cuidan tan bien que ahora mis hijos dicen tienen tres padres”.
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