Rezando por la paz: «No me siento seguro en Pakistán»

 

ACN.- Robin Mahanga es católico, tiene 16 y cursa décimo grado en el Instituto de San Pablo de Karachi, en Pakistán. Al igual que a todos los jóvenes de su edad de cualquier parte del mundo, le gusta escuchar música y leer libros de historias apasionantes.

Pero Robin vive en un país en el que los cristianos representan a una minúscula minoría, cuyos miembros son tratados como ciudadanos de segunda clase y están expuestos a la violencia islamista. Por ello, muchos creyentes como Robin viven en un estado de inseguridad permanente.

Por suerte Robin vive con su hermana y sus padres en una zona de Karachi -ciudad situada al sur del país- donde los cristianos están seguros. Es un barrio en el que viven cristianos que se dedican a la limpieza en la Guardia Costera India, una institución que da protección a sus empleados. De todas maneras, Robin no se siente a salvo:

“No me siento seguro en Pakistán por varias razones: por el terrorismo, por la violencia, ya que aquí te roban el móvil a punta de pistola, y por la ley de anti blasfemia. Conozco a dos personas acusadas de blasfemia. Uno es Raja, un antiguo vecino mío que estudiaba en la universidad, a quien sus compañeros le acusaron falsamente de haber profanado el sagrado libro del Islam. Raja se vio obligado a dejar la universidad para evitar terribles consecuencias, y actualmente trabaja en una fábrica donde ya no le espera ningún futuro brillante.

“La segunda persona es Noman, un alumno de octavo grado cuyos compañeros de escuela lo acusaron falsamente de decir banalidades sobre el Islam. Sus profesores y el director del colegio lo expulsaron del colegio.

“Continuamente tengo miedo de que alguien de mi familia o yo seamos víctimas de la ley anti blasfemia. No quiero quedarme en Pakistán porque aquí los cristianos no somos respetados por los musulmanes, nos discriminan y nos llaman bhangies o choarhy, que significa ‘limpia alcantarillas’, muchos cristianos tienen como único empleo limpiar las alcantarillas. Somos considerados el estrato más bajo de la sociedad. Para ellos somos personas con las que los musulmanes no deben ni comer ni beber. Además, los libros de texto escolares ofrecen una imagen terrible de los cristianos.

“Querría ayudar a mi país a ser más pacífico. Todavía tengo esperanza de que haya un cambio pero tengo miedo porque quienquiera que hable a favor de la paz y la armonía, acaba siendo asesinado en este país. El mundo identifica a los paquistaníes como terroristas. Todos nosotros debemos unirnos para que nuestro país sea más seguro y pacífico. Me gustaría que los cristianos obtuviéramos una mejor educación para que pudiéramos conseguir trabajos respetables y tener futuros prometedores. A mí me gustaría ser banquero. Quiero que nuestras escuelas estén equipadas con tecnología moderna, quiero que nuestros campesinos tengan acceso a maquinaria moderna para ahorrar tiempo y trabajo, para que sus vidas sean mejores“.

“Mi mensaje a los cristianos de Occidente es que me gustaría que nos ayudaran a vivir seguros, libres y en paz en Pakistán, para que tengamos las mismas oportunidades a la hora de aprender. A los líderes mundiales les pediría que conviertan este mundo en un lugar más pacífico y hermoso, que así es como lo hizo Dios. Y también les pediría que no haya más guerras.

“Pero, pase lo que pase, siempre tengo esperanza y fe en Dios. Mis momentos más felices son los que paso con mi hermana: ella es mi felicidad. Y también llevo conmigo un Rosario y cuando tengo miedo o sufro, siempre rezo: ‘Padre nuestro que estás en los Cielos”.

El año pasado, Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) destinó casi un millón de dólares a proyectos en Pakistán. Entre los proyectos financiados estaban la construcción de iglesias, casas parroquiales y centros para catequistas; así como la formación de laicos, religiosas y futuros sacerdotes. Además, ACN apoyó a cristianos víctimas de la violencia y de la ley anti blasfemia.

 

Entrada anterior
India: Inauguración de una capilla en el pueblo de West-Vipparu
Entrada siguiente
Obispos iraquíes siguen preocupados por el futuro de los fieles